lunes, abril 16, 2007

Mi vida, sin vida...


Hoy la vida me ha enseñado que no debo sentarme a mirar como pasa el mundo frente a mis ojos sin querer participar de él. Nunca he amado ni creo haber sido amada, hablando del amor de pareja claro, porque si no fuera por el amor de mi familia y de mis amigos no estaría viva, me habría ido lejos de este mundo, desafiando a la muerte que está siempre a nuestro lado, vigilando cada moviendo, cada acción que realizamos, para venir y atacarnos por la espalda, porque la muerte es cobarde no nos atrapa de frente, sino cuando nadie la ve.

Sé que si la vida fuera fácil, no tendría misterio vivirla, siento que la mía es un flor casi marchita, que lo único que necesita es amor para revivirla, no placeres pasajeros que se los lleva la misma vida y se esconden en el rincón más escondido de nuestra mente.

A veces me pregunto dónde estará mi otra mitad, esa de la que todos hablan, en la que todos creen. Mi ejemplo de vida, mis padres casados a los 16 años, y con 31 años de matrimonio, o sea más de la mitad de su propia vida juntos, sin poder separarse el uno del otro, que si uno muriera su otra mitad moriría de pena al no sentirlo.

Necesito amar, pero no quiero enamorarme, siento que soy amante del amor, pero una enemiga indiscutible de cupido.

Sin embargo, quiero dar amor como la primavera da luz y color a sus flores, sólo quiero disfrutar cada momento y vivir en armonía, quiero cerrar los ojos y volar, entender que nadie establece normas salvo la vida, entender que la vida es más que sueños, frustraciones, amor y dolor, es lo que nosotros queremos que sea.